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Recordar sí, pero solo lo bueno y sin ataduras ¡tenlo en cuenta!

Juani Femenia

El recuerdo de los recuerdos puede ser doloroso para quien ha sufrido e insuficiente para quien ha disfrutado de ellos, ya que las situaciones jamás se repiten bajo un esquema idéntico. De ahí que sean útiles para superar los malos momentos y necesarios para crecer con los que fueron buenos. En este trabajo selectivo de buenos y malos recuerdos, los psicólogos advierten dos grandes bloques antagonistas. El truco consiste en saber diferenciarlos según su implicación emocional. Esta disociación es vital para preservar el autocontrol y manejar las riendas de los acontecimientos. Primero, se instruye para ignorar lo negativo (recurrir al olvido sería un proceso más complejo y temporal, no tan efectivo) y segundo, se reconoce lo positivo sin ataduras, evitando cualquier clima de insatisfacción que pueda generar en nosotros el desconcierto de si, aquéllo que está por venir, será mejor que lo ya vivido. Los recuerdos no se pueden desterrar de la memoria porque ésta, está programada para el análisis y sería un riesgo grave saltarse a conciencia cualquier etapa del pasado para adjudicarle una nueva ubicación, ya que podría bloquear las propias emociones.

Se trata de prestar atención a lo bonito y apartar las preocupaciones, los problemas, los fantasmas y las debilidades. Concéntrate en tu propia felicidad y no tengas miedo de sentirte vulnerable por haber amado de verdad, más allá de cuál haya sido el resultado final. Lo bueno está ahí, y no debe condicionarte.


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