Los cargos más surrealistas de algunos restaurantes

Redacción Cadena Dial

¿Te imaginas que te cobren por que el camarero te lance una sonrisa cuando apunta tus peticiones? Parece irracional, ¿verdad? Tranquilo, no va a pasar, al menos de momento, pero sí has de ir con pies de plomo si quieres invitar a una cena romántica a tu pareja. No porque para pagar esa mariscada tengas que arrancarte un riñón, que también, sino por la posibilidad de que te añadan a la cuenta otros cargos propios de una peli de Buñuel.

Surrealismo en estado puro es lo que ha acontecido en varios restaurantes a la hora de pedir el importe de lo consumido. Ciudadanos como tú y como yo de cuyas cabezas ha brotado la gota del sudor del emoji de whatsapp al comprobar cómo en el cómputo de sus cenas aparece el hielo o el servicio de lavandería. Vamos, que también pagas por comer sobre un mantel limpio.


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Perdone, me ha cobrado el hielo

Cobrar por una mantelería impoluta es solo uno de estos atropellos más propios de una obra de Dalí. Una frivolidad que coloca a un ser humano corriente a la altura de esas celebridades que viven rodeadas de excentricidades. Extravagancias del tipo dormir con sábanas de 250 hilos, beber una marca de agua determinada o tener su suite repleta de fuentes de fruta fresca a su llegada.

Y si solo fuera el mantel… Más de una vez habrás visto publicadas en las redes sociales cuentas de restaurantes en los que el hielo supone un extra. Y encima somos tan permisivos que como solo son unos céntimos, lo pasamos por alto. Eso sí, nos viene a la cabeza la famosa frase de Tony Soprano en la que señalaba aquello de «la próxima vez… no habrá próxima vez». Fuera hielo. El café, mejor con leche.

Los cubiertos, la carne y los baños

Si no das crédito, atiende al siguiente cargo disparatado: incluir los cubiertos en la factura. Como lo estás leyendo. Este pago te hará plantear si mejor te comes esa sopa que te acaban de servir con las manos o con una de las cucharas de plástico que te sobraron del cumpleaños de tu hijo. Que te cobren por usar la vajilla: el colmo de los colmos.

Y la cosa no acaba ahí. ¿Qué me dices de solicitar un donativo por el servicio de limpieza de los baños mientras se prolonga tu cena? Quizá esté justificado si te ponen tu música favorita mientras haces tus necesidades o te dan un masaje después. Si no, lo mejor es que si te entran ganas, te aguantes hasta llegar a casa. En ese caso, tu bolsillo lo agradecerá, pero tu vejiga te acabará guardando rencor.

Aún hay más. ¿Te gusta la carne vuelta y vuelta? Pues suspira tranquilo. En algunos restaurantes te cobrarán si la pides muy hecha. Tampoco se te ocurra ponerte enfermo, pues te pedirán el coste correspondiente por tu pastilla. ¿Qué será lo próximo? ¿Que incluyan en la cuenta el afilado de los cuchillos? ¿Que añadan un extra por tener la tele encendida?

Precios estratosféricos

​El contrasentido y la temeridad también están asociados al importe en cuestión. En este sentido, hemos visto en las redes sociales cuentas reales que reflejan, por ejemplo, cómo el hecho de que el pescado sea fresco añade 150 euros al cómputo. También hemos comprobado que tomarte dos cafés con leche frente al Vaticano te cuesta lo mismo que ir cinco veces al cine.

Mejor me quedo en casa. Es la conclusión a la que quizá hayas llegado tras leer estos disparates, ¿verdad? Un consejo, infórmate bien antes del restaurante al que vas. Si no tienes suerte y tu bolsillo se queda temblando, piensa que, al menos, ya tendrás algo que contar.

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