Personas que comen y no engordan ¿cuál es su secreto?

Redacción Cadena Dial

Cuando vas a comprar al súper siempre quieres escoger la cola más rápida, aunque no siempre es posible. Mientras esperas es inevitable observar lo que compran quienes tienes alrededor.

Es habitual encontrar a personas con el cuerpo de Jon Kortajarena y un carro lleno de calorías, y otras con un cuerpo a lo Homer Simpson en cuyos carros solo ves frutas y verduras.

¿Por qué algunas personas engordan y otras no?

El metabolismo y la genética juegan un papel muy importante, pero no debes escudarte en eso para seguir comiendo como si no hubiera un mañana. El ejercicio físico y la alimentación son también fundamentales.


Piensa que tu cuerpo va a extraer de los alimentos la energía máxima que pueda encontrar en ellos y va a reservar sus nutrientes, cual oso antes de la hibernación. Aunque, prepárate para morirte de envidia, puesto que existen personas que no los almacenan. Esto antiguamente era una maldición, pero hoy en día se considera una bendición en el plano social.

La forma en que nos alimentamos actualmente ha cambiado y la genética debe adaptarse. Alrededor de un 40 % de tu peso va a depender del ejercicio que haces y de los alimentos que consumes. Ten en cuenta que la población es cada vez más sedentaria, pero aun así nos encanta hincharnos a calorías y no queremos ni oír hablar del gimnasio si no es para ligar.

Lo importante no es diferenciar a las personas más rellenitas de las más esbeltas, sino darnos cuenta de que la educación a nivel alimenticio y la actividad física son decisivas. No es tan importante el peso, sino cómo de saludable estás.

¿Qué tipo de alimentación es la correcta?

Ya que una de las claves para no acabar como un globo aerostático es la alimentación, veamos cómo podemos utilizarla en nuestro favor.

Por un lado, aparecen los alimentos procesados, que son muy fáciles de consumir y, al mismo tiempo, hay una tendencia de alimentación sana que parece apta solo para la élite. Sin embargo, hay un término medio donde una alimentación variada es ideal.

No puedes comer todos los días chocolatinas, patatas fritas, bollos y un sinfín de alimentos prohibidos. Tampoco vivir permanentemente en una dieta estricta de lunes a viernes que te saltas a la torera el fin de semana, por mucho que te quieras engañar diciendo que así se equilibra.

Por eso, la propuesta es tener una especie de tarifa plana calórica en la que no te pegues atracones ni te mueras de hambre y que, además, puedas permitirte un capricho de vez en cuando sin tener ningún tipo de remordimiento.

Escucha a tu cuerpo, come con la cabeza y aparta los impulsos. Los peores enemigos de un cuerpo esbelto son el sedentarismo, la ansiedad y la tentación.

Lo prohibido produce un deseo incontrolable y en la alimentación no es diferente, por lo que hace falta tener mucha voluntad. Hay personas que dicen no privarse de caprichos y en cambio tienen un cuerpo 10. Para ello controlan los impulsos y siguen el ritmo del reloj corporal.

¿Cómo puedes conseguirlo si tienes la fuerza de voluntad de un zapato? Utiliza al menos 20 o 25 minutos para cada comida, disfrutando del proceso, evitando distracciones y siendo consciente de cuándo dejas de tener hambre.

No comas a deshoras y controla el estrés, la ansiedad, el aburrimiento y la alegría. Los factores emocionales eliminan el autocontrol y te hacen actuar de forma impulsiva.

Piensa que hay personas que confunden la sensación de hambre con la de sed. Si es una hora a la que no deberías comer, toma un vaso de agua o de té antes de plantearte asaltar la nevera.

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