Tu pareja te irá queriendo menos con el tiempo ¡y hay una razón científica para ello!

Redacción Cadena Dial

¿Cuántas veces escuchaste a tu madre decir «¡no te cases nunca!» siempre que se enfadaba con tu padre? Ahora te acuerdas de ella cada vez que te toca dormir en el sofá. Cuando piensas en el día en el que conociste a tu media naranja, la nostalgia se apodera de ti. Te sientes como un niño de Verano azul mirando por la ventana del coche mientras se aleja tu primer amor. En tu caso, no es el fin de las vacaciones, sino de vuestra relación.

¿Por qué tu otro yo ha ido lanzando vuestro amor por la cuneta en este viaje? Siendo sinceros, a ti te ha ocurrido lo mismo. Desde luego, las mariposas que se apoderaron de vuestros estómagos se han mudado a otros cuerpos más jóvenes. ¿De verdad habéis dejado de quereros? La ciencia tiene la respuesta.


Cuestión de apreciación

Como estás con el corazón en un puño, ni damos paso a la publicidad ni nos vamos a andar con rodeos. Por supuesto, hay amores que, como los yogures, tienen fecha de caducidad. Eso sí, los expertos aseguran que en el resto de las parejas ese sentimiento de desamor quizá sea una percepción, no la realidad. Esta apreciación puede explicarse por esa idea universal que tenemos del amor. Es decir, lo asociamos a lujuria, pasión y mariposas.

La evolución

Por desgracia, esa secuencia repleta de algodones de azúcar, palabrería cursi, miradas centelleantes y expresiones del tipo «cuelga tú» tiene, por norma, la misma vida que la llama en una cerilla. Esta atmósfera edulcorada deja el relevo (y esto es tan indiscutible como que tras el uno está el dos) al síndrome postromántico. Eso no significa que lo que venga después sea la ruina. No tienes por qué hacer válida la manida frase «segundas partes nunca fueron buenas»​. ¡En el cine puedes encontrar más de un ejemplo que rebate este dicho!

 

 

Simplemente, es la evolución. Un huevo escalfado no es lo mismo que un huevo duro. Los dos están ricos y con la textura perfecta. Se trata, en definitiva, del mismo alimento en diferentes formas. Y el amor es eso: el mismo sentimiento en diferentes fases, según la antropóloga Helen Fisher.

El amor y sus fases

Lujuria, amor romántico y amor maduro son las tres etapas propuestas por Fisher. El deseo sexual se apoderó de vosotros durante unos meses. En ese tiempo, vuestros corazones latían a la velocidad de una liebre. En la segunda fase apareció la magia y todo era perfecto. De hecho, es la etapa que confundimos con el amor y que dura de uno a tres años.

Mientras, en el último periodo, el placer entre las sábanas y la dilatación de esas pupilas enamoradas disminuyen. Por esta razón, nos sentimos menos queridos y deseados que nunca. Pero repetimos, eso no significa que nos amen menos, sino que el amor se desarrolla de otra manera. El cerebro activa esas áreas vinculadas con la seguridad y la calma, propiciando la valoración profunda de la otra persona y la aparición de la ternura. Pues tampoco está tan mal, ¿no?

La compatibilidad

Es cierto que a muchas parejas les cuesta hallar esa clase de amor que puede aguantar en el tiempo y esto desemboca en ruptura. Pero eso no está reñido con ser compatibles. Así que, si tu pareja y tú estáis hechos el uno para el otro, y en el fondo sabéis que os queréis, ¡no te rindas! Acepta que los cambios no tienen por qué ser malos. Tómalos como una consolidación de vuestra relación. ¿Y quién sabe? Quizá se reanude el ciclo y volváis a disfrutar de esos paseos por el parque compartiendo un helado

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