¿Quieres adelgazar? ¡Tirita de frío!

Nuria Serena

Como lo oyes… increíble, ¿verdad? Pues todo tiene una explicación. Temperaturas de menos de 17 grados favorecen la producción de la denominada «grasa marrón«, una grasa buena que quema energía para mantener la temperatura corporal adecuada y nos ayuda a adelgazar.

Es más, aunque estábamos convencidos de que entrenar con calor nos hacía sudar y perder peso… cada vez hay más evidencias de que el frío es el mejor aliado para deshacernos de los michelines. Hacer ejercicio al frío eleva el gasto calórico de nuestro organismo en hasta un 30%.

¡Echa el freeeno! Que no es cuestión de que ahora hagas la vida de Chilly Willy y te hagas un iglú. Eso sí, bajar un poco la calefacción de tu casa, ayudaría, no sólo con el tema de la báscula, sino también con el recibo del gas.


Vamos a ponernos serios porque la cosa tiene miga. Según un grupo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Maastricht la exposición frecuente a un frío moderado puede ayudar a nuestro organismo a potenciar el gasto de energía y a bajar de peso. Con esta estrategia se consigue que el organismo genere más grasa parda o marrón, una grasa beneficiosa que quema energía para mantener la temperatura corporal adecuada.

Después de varios años de estudio, la conclusión ha confirmado las primeras hipótesis. Los voluntarios que participaron en el experimento aumentaron el porcentaje de grasa parda tras permanecer seis horas al día a una temperatura de 15 grados durante diez días. Y es que  la maquinaria que pone en marcha el organismo para contrarrestar el frío y no tiritar puede suponer hasta un 30 por ciento del presupuesto de energía del cuerpo.

 

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El frio también da alergia

Cuando el termómetro alcanza los –4º C puede aparecer lo que los expertos en salud denominan urticaria a frigore’.

Si sabes de lo que te hablamos, ya conoces sus síntomas: ronchas en la piel, picor e inflamación de las zonas del cuerpo más expuestas al frío, especialmente las manos y cara.

Las manchas coloradas suelen aparecer minutos después de exponernos al frío y desaparecen, como mucho, dos horas después, sin dejar más rastro ni secuela alguna.