Aquí os dejo una nueva entrega del Diario de Estrella S., para que la disfrutéis nuevamente, si es que os quedaron ganas de saber un poco más de por qué ella es así y lo difícil que le resulta completar cada día el puzzle de su vida. No deja de ser extraordinaria cuando su realidad no dista mucho de la ficción de cualquiera de nosotras. Y lo mejor de todo, es que ella, se atreve a contarlo y a reírse de todo. Espero que os guste.
Lunes, febrero
Las 6:45 AM. El primer vistazo al despertador de cualquier lunes produce jaqueca, y cuando menos, remordimientos. Ha pasado el fin de semana “volao”. En cambio el caos, ése sí que no se va de mi vida ni por falta de pago. Mi amiga Marta me ha propuesto un cambio, querido diario: hacerme con la “Antiagenda” de Keri Smith. Se trata de lo más nuevo en el mercado del “compro de todo que no uso para nada”. En ella apuntas aquello que se te venga a la cabeza, bueno o malo, sin fechas. Hasta si me apuras, el recordatorio improvisado de “borra el número de fulanito que te está ocupando sitio y memoria en tus malos rollos”. Si yo ya soy la propia antiagenda de las citas imposibles y las llamadas a posteriori. Por eso, querido diario, ¿cambiarte a ti, y por una extraña? No gracias. De momento me siguen gustando los hombres…
Este martes de “ni te cases ni te embarques” y “ni se te ocurra preguntar a Piluca”(añado yo), me ha llevado un año más a caer en lo evidente. Cada vez que levanto la cabeza de mi mesa y veo que su todavía “Valentín” sigue materializado en un ramo de flores y tarjeta tipo “Un, Dos,Tres” pero sin calabaza, me da una envidia… ¿Por qué nunca me acuerdo del 14 de febrero? Con eso de que me quiero volver vegetariana, ¿cómo voy a rechazar una cena a dos velas, con un entrecot de buey, o con un costillar de tomo y lomo? Mi amor por los animales me lo pone cada vez más difícil. Si fuera dulce, pero sin caer en lo empalagoso, o contundente, con personalidad y sin rayar en lo metrosexual… Claro que ya puestos a elegir, preferiblemente sensible, cariñoso, y con sus propios gustos. Como el “Sí pero no” de la canción de David Bisbal, que ríete tú de las “50 Sombras de Grey”. Horror! No, gracias. Algo sencillito, que para enredar las cosas ya está una, que soy el desorden andante, “con moto averiata”… Y con mis 15 puntos en el carnet!
¿Era el carnet de conducir o el de identidad el que tengo que renovar? Miedo me da! Que a partir de los 30, el de identidad te dura diez años y el de conducir te lo van reduciendo. Para las arrugas te mantienen la foto, da igual que esa mañana hubieras soñado con “Freddy Krueger”, que te conservan con la cara de susto para tu vergüenza cuando te lo pidan. Y el de conducir en cambio no; ése, cuantos más cumples, más te dicen que lo tienes que renovar con examen de piloto de la NASA incluido. El otro día me paró un agente en un control de alcoholemia. Acababa de salir de mi clase de yoga, y le faltó tiempo para decirme que tenía que renovarme el permiso de conducir. “Dentro de unos meses», le apunté. El caso es buscar un motivo para avergonzarle a una. Peor le fue a Marta, que tuvo que llevar el coche al taller y el técnico de turno le dijo con cierta chanza: “¿qué…?¿en su garaje las columnas se mueven solas, verdad?” La pobre no sabía dónde fijar su mirada, pero reaccionó como que se cayeron bien, y que solo quiso hacerle una gracia. Menuda gracia. Con el seguro a terceros, no te imaginas la carcajada que soltó mi amiga cuando le entregaron la factura del arreglo…
Acabo de leer en la web de Cadena Dial que el próximo 21 de febrero comienza la gira de Amaia Montero en Madrid. Me lo voy a apuntar, porque tengo un amigo a quien le encantaría pasar su cumpleaños disfrutando de su artista favorita, amén de conmigo, claro, que le regalo las entradas. Solo por contemplar su cara entre tanta gente, mientras corea las canciones de memoria mejor que un apuntador, merece la pena esperar. Qué le voy a hacer, admiro a quien es capaz de ser feliz con tan poco y encima sabe cómo agradecértelo, y es pasándoselo mejor que bien, entre lágrimas de emoción. Prefiero eso a que me invite a cenar cuando le da por ejercer de anfitrión. La lasaña que improvisó para sorprenderme la última vez no es que no lo consiguiera, casi me instalo a dormir en mi cuarto de baño toda la noche. Raro es que concilie en casa de nadie, pero, que sea en la mía, y por una indigestión… Es muy buen chico, y sí, amigos, solamente amigos. Mi estómago no lo soportaría!
Esta noche voy a poner a prueba mi capacidad de empatía con el“speed date”. Quedaban pocas plazas y como persuasiva, a mi amiga Marta, no le supera nadie. No soy muy partidaria de estas fiestas multitudinarias donde conoces en siete minutos a alguien que pretende o no ser tu pareja ideal. No entiendo cómo así puedes llegar a conocer el amor, si hay personas que ni en 40 años saben si están enamoradas de su pareja.
Recuerdo una piñata en casa de mi amiga Ana, en su décimo cumpleaños. Me cayó tal carga de caramelos, de los duros de entonces, porque ahora los niños solo gustan de gominolas, y me juré nunca más, taparme los ojos para encontrar el muñeco sorpresa. No veo qué diferencia hay entre aquéllo y ahora, en tantear en siete minutos siete, quién puede encajar en mis preferencias a ciegas y sin que nadie salga herido. Eso te lo contaré mañana…
