Por ejemplo, en la educación de los hijos, en la conciliación de la vida laboral y familiar, durante el tiempo de ocio y las relaciones entre familiares y amigos; para que cualquiera de los dos pueda decidir por el otro sin que ello suponga la antesala de una crisis. Esta herramienta de mimetismo emocional conseguirá que los pilares se vuelvan más sólidos desde el momento en el que los dos aprendan a conocerse y a interactuar, cada uno en el otro, sin que eso altere su verdadera identidad.
Por esta razón, es muy importante consolidar el apoyo mutuo y definir la esperanza a cualquier logro, ya que ambas partes trabajan en igualdad de condiciones. Es decir, que se puede apostar por algo, se puede cambiar de rumbo y se debe alentar a quien más se esfuerza para que vea que nada es en vano y que en definitiva, los resultados serán tan comunes como beneficiosos a los dos.
De ahí que sea vital poner en práctica la generosidad, cuidar del compañero deseando su bien, en el aprendizaje de ceder a tiempo y sobre todo, en el trabajo hacia una actitud de empatía con las necesidades del otro. Cuando se impone el deseo individual a toda costa, sin entender las prioridades de quien amamos, se pierde el verdadero sentido de la complicidad, y sobre todo, el de la complementariedad.