Los ascensores guardan muchas historias, algunas divertidas y otras terroríficas como la anécdota que nos ha contado David… ¡Qué chico más salado! Nuestra atrevida Gema pensó «tierra trágame» al ver como su hija de dos años empezó a decir a un señor ¡mira mamá qué feo… es calvo y gordo!