Nuestro seductor cubano se ha enamorado perdidamente de una mujer manchega y se ha puesto en contacto con ella para que le mande calzoncillos y muchos besos «sonoros». Como regalo a su simpatía, se ha marcado una improvisación maravillosa que dice así: «Mi amol, mi amol, mi amol… no me cuelgues por favor»