Todo esto está muy bien, pero a las 3 de la mañana te ves mirando al techo con los ojos como una liebre y deseando que suene el despertador. ¿Qué truco podrías usar para dejar de dormir mal? Pues uno que conoces desde que eras un bebé y que has ido modificando hasta convertirlo en tu peor enemigo.
Cualquier bebé que esté en la cuna y al que intentes empaquetar para regalo en una fría noche sabe lo que tiene que hacer. Al día siguiente aparecerá con las mantas revueltas y con un pie fuera de las mismas. ¿Por qué? Muy fácil, porque lo que ha intentado es equilibrar la temperatura corporal de manera natural.
Si decides sacar un pie al aire, el cuerpo encontrará una especie de válvula de escape para el calor que se genera en la cama. Además, tu cerebro no te mandará señales para que hagas algo y evites estar muerto de calor. Y esto teniendo en cuenta que tu organismo bajará su temperatura unos 2 grados mientras duerme.
Muy sencillo. Durante el día no dejas de moverte para alcanzar temperatura. Si por la noche te tapas porque tienes más frío, lo lógico es que el cerebro busque en sus termómetros naturales- los pies y las manos– la solución. ¿A que cuando tienes frío sueles tenerlo en estas extremidades? Pues lo mismo ocurre en tu dormitorio mientras estás contando ovejitas o lo que prefieras en ese momento.
Sacando un pie conseguirás que el cuerpo ajuste su temperatura a la de la habitación, tu cerebro dará por terminada su faena y dejarás de repasar mentalmente la lista de la compra. Muy bien, dirás, pero es que vivo en una casa sin calefacción y la temperatura por la noche no la aguanta ni un oso polar. Vale, pues te pones unos calcetines, pero sin taparte el pie. Se trata de usar esta extremidad como una estación meteorológica que ayude a tu cerebro a solucionar el problema y lograr así ese ansiado descanso reparador. Pruébalo, ahora ya estás avisado para que no te vuelva a suceder, no digas que no te avisamos.
Es posible que no les demasiada importancia a dormir las 8 horas correspondientes al día, pero las tienen y mucho. Tu cerebro nunca descansa por lo que necesita entrar en stand by para recuperarse del esfuerzo que hace durante la jornada. Durmiendo correctamente conseguirás rendir más, estar más activo por la mañana, afrontar tu rutina con más optimismo e incluso mejorar tu vida sexual (sí, has leído bien).