Paolo está de vuelta una semana más para intentar encontrar a su amante español. Al menos se ha podido acordar de su nombre a la hora de tener que preguntar por él. Hoy se llama Juan, pero quizás otro día tenga otro nombre, quién sabe…
La cuestión es que ha contactado con una señora y su pareja y ha preguntado por él, pero no conocían a ningún Juan y además se trataba de un número de una empresa, no de una casa. Paolo se ha preguntado la razón por la que siempre le cuelgan. ¿Estará haciendo algo mal? Pobrecillo…