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Ante los insistentes comentarios sobre la falta de parecido, un hombre descubre que su bebé nacido de una in vitro no es su hijo biológico

Un conocido descubrió que los grupos sanguíneos de padre e hijo eran incompatibles

Noelia Bertol

La fecundación in vitro tiene muchas ventajas. La más clara es que aumenta las posibilidades de concebir el embarazo. Es por eso por lo que muchas parejas con dificultades para tener un hijo biológico recurren a este proceso de fecundación asistida. Este mecanismo no suele tener riesgos, aunque una reciente noticia nos demuestra uno de ellos: el error humano. 

Una pareja que se sometió a la fecundación in vitro en el año 2021 en el Hospital Universitario Puerta del Mar, en la provincia de Cádiz, ha descubierto que su hijo biológico, engendrado mediante esta práctica, es hijo de su madre, pero no de su padre.

Este hecho descartaba un cambio de bebé y ponía el foco en un «grave error por parte de la sanidad pública andaluza en el manejo de la muestra de semen del hombre durante el proceso de fecundación«, tal y como ha apuntado el abogado Ignacio Martínez, pues la pareja ha presentado una demanda al Servicio Andaluz de Salud aludiendo una «grave negligencia médica«.


«El niño se verá privado de por vida del vínculo biológico con su padre y su familia paterna, su propia historia será un interrogante; puede tener consecuencias para su salud por no tener vínculo directo con su perfil genético natural; y los límites que supone para cohesionar biológicamente a esta familia«, apuntaba Martínez en defensa de la pareja.

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Cómo se dio cuenta la pareja del error: padre e hijo no compartían parecido

La pareja se sometió al proceso de reproducción asistida en el año 2019, siendo dos años más tarde, en 2021, cuando finalmente pudieron someterse a la fecundación in vitro que resultaría exitosa y que tendría como resultado a su hijo en común.

No obstante, con el tiempo estos comenzaron a recibir comentarios sobre el poco parecido que tenían padre e hijo. La duda final la sembró un conocido, cuando al ver la cartilla del pequeño se dio cuenta de que el grupo sanguíneo entre ambos no era compatible, por lo que el progenitor decidió llevar a cabo una prueba de paternidad que confirmó sus sospechas: ese niño no era su hijo biológico. 

La pareja reclama ahora una indemnización económica de un millón de euros por los «daños graves e irreparables» que este error tendrá tanto en los padres como en el hijo.

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