Un término que hace alusión precisamente a que las personas que pertenecen a esta generación están en medio de dos responsabilidades, es decir sus padres y sus hijos serían el pan y él o ella el relleno de dicho sándwich de manera figurada.
El término lo acuñó en un artículo de 1981 una trabajadora social llamada Dorothy Miller, aunque en ese momento ella lo utilizó para hablar únicamente de mujeres de entre treinta y cuarenta años que estaban atrapadas en atender a sus hijos y a sus padres al mismo tiempo.
Con el paso de los años el concepto «generación sándwich» se ha ampliado, sobre todo con la incorporación de la mujer al mercado laboral, a los hombres también. Aunque parece ser que no de la misma manera, El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicaba hace menos de un mes la Encuesta de Características Esenciales de la Población y Viviendas, en la que se recogen datos como que «en cuanto al cuidado de menores de edad, recae mayoritariamente en las mujeres (40,2%, frente al 4,8% de hombres) «, además de que «Las mujeres también asumen en mayor medida las tareas de cuidado de personas dependientes (enfermos crónicos, discapacitados u otro tipo, excluyendo los menores) que conviven en el hogar. El 48,3% se ocupan de la mayor parte del cuidado de estas personas, frente al 20,5% de hombres.»
Pero además de la maternidad tardía y el aumento de la esperanza de vida, la antropóloga Verónica Muro habla en lavanguardia.com de un tercer factor que afecta a esta generación, «la edad de los hijos ya no es definitoria, en muchos casos, para poder predecir si todavía viven en casa de los padres o por el contrario se han emancipado. Los jóvenes antes se iban de casa a los 20, algo que no sucede ahora.»
Todo ello supone que las personas que pertenecen a la generación sándwich tengan que hacer durante varias décadas de su vida auténticos esfuerzos por llegar a todo, carrera profesional y cuidado de padres e hijos a la vez. Algo que les hace mucho más proclives a sufrir problemas de salud recurrentes debido al estrés al que se encuentran sometidos. A este respecto la psicóloga clínica Mila Cahue explica en La Vanguardia que, «tener que cuidar de hijos y padres no sale gratis. Tiene sus consecuencias….No se puede aguantar, los niveles de estrés son altísimos”.
Además la experta pone el foco en la falta de ayudas sociales y atención para el cuidador, «atender a una persona mayor te puede suponer, en muchos casos, muchos más gastos que atender a tus hijos», » Tienen que soportar cargas de hormigón, una sobre otra, y eso al final se quiebra. Esto va a degenerar en depresión y ansiedad, por culpa del estrés, y va a hacer que al final no puedan cuidar de nadie» y se pregunta, ¿Quién atiende a los que están cuidando?.