
A poco más de una hora de Madrid, se encuentra el lugar donde el matrimonio se dio el ‘sí quiero’, Ayllón. Con apenas un millar de habitantes, se alza como uno de los pueblos con más encanto de Castilla y León. Declarado Conjunto Histórico Artístico en 1973, su casco antiguo, empedrado y repleto de joyas arquitectónicas, lo convierte en un destino habitual para bodas y celebraciones especiales.
En el caso de Bisbal y Zanetti, el lugar elegido fue la finca ‘Los Claustros de Ayllón’, situada sobre las ruinas del antiguo convento franciscano de San Francisco, un edificio con más de 800 años de historia.
La pareja, que llevaba dos años de relación, quiso mantener su enlace alejado del foco mediático. Optaron por una celebración íntima con tan solo 30 invitados, entre familiares y amigos cercanos. La ceremonia religiosa tuvo lugar al atardecer, con música de violines y una atmósfera cargada de emoción.
Todo el evento se celebró en el mismo complejo: la ceremonia, el cóctel, el banquete y la fiesta posterior, que incluyó actuaciones musicales y un gran escenario. La finca cuenta con alojamiento para hasta 70 personas, lo que permitió a varios invitados, y a los propios novios, disfrutar de la noche en el mismo lugar.
Aunque ni el cantante almeriense ni la modelo tienen vínculos conocidos con la provincia de Segovia, Ayllón les ofreció el entorno perfecto para una boda “romántica, emotiva y discreta”, como compartió el artista en sus redes sociales tras el evento.
El encanto de Ayllón no se limita a su valor como escenario de bodas. La villa cuenta con rincones como la Puerta del Arco, la Plaza Mayor con su Ayuntamiento del siglo XVI, o el Palacio del Obispo Vellosillo, hoy sede del museo local. Desde la torre árabe de La Martina, en el cerro de El Castillo, se pueden contemplar vistas privilegiadas del valle y la sierra.
Además de su patrimonio, Ayllón es un paraíso natural que ofrece rutas de senderismo y ciclismo, y una gastronomía rica en tradición. Platos como el cochinillo, el cordero asado o los judiones de La Granja atraen tanto a visitantes esporádicos como a los paladares más exigentes.
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