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Qué es el ‘síndrome del niño zarandeado’: Una pediatra explica las secuelas que puede dejar en el bebé

El 10% de los niños que lo padecen fallecen y, de los que sobreviven, la mitad tienen secuelas graves como daño cerebral

Tras 18 días de tener ingresada a su bebé de tan solo cuarenta días en el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, veía la luz la noticia de que Anabel Pantoja y su pareja y padre de su hija Alma, David Rodríguez, declaraban en un juzgado canario que investiga la causa de las lesiones que presentaba la pequeña.

Anabel Pantoja ha dejado bien claro que, como es de esperar, lo único que ha querido hacer es cuidar y proteger a su niña, que tal y como ha explicado en un vídeo en sus redes, «está en casa con sus padres sana y feliz«. La sobrina de Isabel Pantoja se ha referido a la situación como muy desagradable, injusta y que cuesta comprender.

Y más después de que algunos medios hayan apuntado la posibilidad de que la bebé hubiera sufrido el ‘síndrome del niño zarandeado‘. La pediatra Lucía Galán, @lucíamipediatra en redes ha explicado en qué consiste este síndrome que se diagnostica cien veces al año.

Las secuelas del ‘síndrome del niño zarandeado’

@luciamipediatra♬ sonido original – Dra. Lucía Galán Bertrand

«Se trata de bebés muy pequeños que debido al zarandeo que se les da se produce un ‘cizallamiento’ del cerebro contra las paredes del cráneo y se producen unos microtaumatismos en la parte frontal del cerebro y la parte posterior del cerebro contra el hueso y eso da lugar a hemorragias y lesiones cerebrales«.

Además, entre las secuelas que puede dejar, explica que el 10% de los niños que lo han padecido fallecen y de los que sobreviven, la mitad tienen secuelas graves como daño cerebral, ceguera o sordera.

La experta deja claro que muchas veces se puede recurrir al zarandeo para intentar calmar a un niño que llora mucho, que tienen cólicos o en atragantamientos. «En los atragantamientos los familiares se ponen muy nerviosos y zarandean a los niños«, explica, y añade que los niños de esa edad tienen una musculatura cervical muy débil y ese zarandeo produce un balanceo que es el causante de este roce, de este cizallamiento del cerebro contra los huesos del cráneo.

Por ello, dice, nunca se debe zarandear a los niños ni echarlos sobre la cama bruscamente, ni como un juego, y añade: «si perdemos los nervios recordemos que el zarandeo puede provocar esas lesiones graves e irreversibles».