Hoy vemos a Juanes brillar en los escenarios. Pero detrás de la luz, hay sombras que cuestan imaginar. El colombiano habló en el pódcast Más Que Titulares de las batallas que marcaron su vida. Pérdidas familiares, adicciones y un largo proceso de aprendizaje que lo acompañó incluso en sus mejores momentos de fama.
En 2004, justo cuando parecía que lo tenía todo, el cantante confesó que se sentía al borde del colapso. Él tenía la sensación de no poder levantar la mano para pedir un respiro y este sentimiento lo llevó a odiar lo que más amaba, la música. «Era todo trabajo, incapaz de ver a mis hijos, sin estar en casa«, recordó. Esa etapa coincidió con el nacimiento de su primera hija, Luna, y su matrimonio con Karen Martínez. Lo que debía ser una etapa luminosa se tiñó de sombras cuando la bebida se convirtió en una vía de escape.
«Eso me llevó a un lugar muy oscuro, miraba al público y no entendía nada. Odiaba todo lo que yo hacía, mi cara, mi música, ¡todo!«, admitió. Juanes asegura que llegó a beberse una botella de vino diaria. «No era el ejemplo que quería darle a mis hijos«, confiesa. Y aunque la recuperación fue dura, hoy celebra haber encontrado equilibrio con ejercicio, alimentación sana y descanso.
Mucho antes de sus crisis en la música, en los años 90, la familia vivió un episodio que cambió todo. Su hermana Luz Cecilia entró en coma tras complicaciones en el parto. «Ese golpe fue el que más me dolió. Cuando mi papá falleció ya era adulto y lo esperaba por su enfermedad, pero lo de mi hermana fue demasiado loco«, contó. Lo que comenzó como una celebración por la llegada de un bebé terminó siendo un drama que se alargó 27 años.
Durante casi tres décadas, Luz Cecilia permaneció en coma, abriendo los ojos de vez en cuando, reaccionando a sonidos, pero sin conexión real con los suyos. En 2019 falleció, y aunque fue un momento triste, también significó descanso para todos. «Éramos una familia feliz hasta ese momento«, resume.
«El dolor te enseña a crecer, no sé por qué es así, pero así es«, dice. Su música refleja ese viaje. Y admite: «Cada persona lleva una cruz, algo en su familia. La vida no es fácil para nadie, pero hay que intentarlo«.
Fueron precisamente esas heridas las que le dieron la fuerza para seguir componiendo y subirse al escenario con la convicción de que, pase lo que pase, siempre hay motivos para cantar.
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