
Y es que hasta hace poco se pensaba que las galaxias habían crecido de forma gradual a lo largo de miles de millones de años, acumulando masa y estrellas en un proceso pausado, explican desde National Geographic, pero estos tres monstruos rojos «parecen haber alcanzado un tamaño similar al de la Vía Láctea en un abrir y cerrar de ojos cósmico», añaden.
Al verlas por primera vez, algunos astrónomos explicaron que su tamaño y la luz que desprendían podían ser engañosos y estar «provocados por la presencia de agujeros negros supermasivos en sus núcleos», explican. Y añaden que «la intensa radiación emitida por estos objetos podría haber dado la ilusión de galaxias más grandes y brillantes de lo que realmente son». Pero, al hacer un análisis más detallado, no se encontró signos de núcleos galácticos activos (AGNs) y tuvieron que descartar esta hipótesis.
El hallazgo supondría, según explica Mengyuan Xiao, la autora principal del estudio e investigadora postdoctoral de la Universidad de Ginebra, que las galaxias primitivas podrían formar estrellas con una eficiencia nunca vista hasta ahora, además del comienzo de una nueva era en la exploración del universo primitivo, explica.
Además, estos ‘monstruos rojos‘ aparecen en las imágenes del JWST como manchas escarlatas intensas, algo que se atribuye a su densa concentración de polvo cósmico, un material interestelar «que absorbe las longitudes de onda más cortas de la luz visible y permite que predominen las más largas, en el espectro infrarrojo«, lo que explica su característico color rojo.
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