
Así lo alertaba la veterinaria Carmen Arteaga en sus redes sociales (@mimartevet), una advertencia que rescataba recientemente el Huffington Post. A través de su cuenta de Instagram, esta explicaba que este comportamiento, lejos de ser inofensivo, puede estar vinculado a causas físicas subyacentes. «Presta atención a esos comportamientos, ya que podrían indicar que algo está pasando«, señalaba Arteaga.
Entre las causas más frecuentes se encuentran la dermatitis atópica, alergias alimentarias o ambientales, infecciones por hongos o bacterias e incluso la presencia de parásitos. También pueden influir factores ambientales como la humedad o el contacto constante con césped y tierra, que favorecen la aparición de irritaciones cutáneas.
Pero no todo se reduce a lo físico, pues el estrés prolongado, la falta de estimulación o los cambios en la rutina diaria también pueden desencadenar este tipo de conductas repetitivas.
Estar pendiente de este gesto en nuestra mascota puede hacernos actuar temprano y evitar el desarrollo de un problema mayor. Para ello Artiaga recomienda acudir a un profesional de la salud canina: «No ignores esta señal. Un veterinario puede identificar la causa subyacente y recomendar el tratamiento adecuado«.
Lo primero es encontrar la causa. El tratamiento varía según sea esta. En algunos casos basta con modificar la dieta del animal, mientras que en otros se requiere de intervención farmacológica o tópica. Lo esencial, señala la veterinaria, es no ignorar el síntoma ni normalizarlo.