Lola tiene ya 35 años y reconoce que «desaparece» de sus recientes citas a la cuarta o quinta ocasión. Lo atribuye a un agobio que choca, por otro lado, con las ganas de tener pareja estable: «Me da miedo envejecer sola», nos confesaba.
Nuestra compañera parece haber dado en el clavo, bien con ese «corazón cerrado» o un capítulo del pasado que le impide avanzar. Considera que está tratando de llenar sus «vacíos» sin éxito, todo por culpa de no «soltar el pasado«.
MÁS SOBRE: