El brasileño asume que es su querido novio y comienza con su conversación: «… soy Paolo el brasileño, cariño. Es que he estado hablando con un montón de personas que no me hacían caso», dice Montalvo. «He llamado a un sitio que decían que estabas trabalhando», prosigue… «Yo no le conozco», le responde el interlocutor.
En un nuevo intento, una mujer responde al teléfono… «Soy el que está enamorado de tu cuñado», le espeta a bocajarro. «Te has equivocado. Aquí no hay nadie de novios ni novias», responde la mujer. «Si acabo de hablar con él, que se acaba de levantar», decía. «Pues aquí no existen nada de hombres. Te has equivocado de número», decía gritando la mujer. «¡Vete a freír morcillas!», insistía.
«Bom dia, cariño mío, que soy Paolo, el brasileño», inicia de nuevo Montalvo, esta vez con un hombre como interlocutor. «¿Pero quién es?», le dicen. «¡Qué he hecho un montón de llamadas y no te encontraba!», responde Isidro. «Soy el bailarín que estoy enamorado de ti… Que voy a España a verte que voy a vendimiar».
«¿Te has dado mechas californianas?», preguntaba Paolo. «Pero bueno, ¿qué quién es usted?», le dan como respuesta. «Nos conocimos en Salvador de Bahia y te quiero, ¡mi vida!», continua Montalvo «Que me dijiste que me ibas a llevar a la mancha…», a lo que el hombre responde: «… pues yo aquí te espero».
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