Desde hace muchos años, se ha convertido en el ingrediente estrella de todas las cremas y sérums de cosmética y no es para menos, ya que su poder de regeneración es bestial. Las ceramidas son naturales y se encuentran ya de por sí en nuestra piel y resultan indispensables ya que actúan como barrera protectora ante los agentes externos y ayudan a mantener una correcta hidratación facial y corporal.
Si tu nivel de ceramidas es bajo o casi inexistente corres el riesgo de que tu piel se debilite, se seque y hasta se irrite con facilidad. Aplicar productos que lleven incorporadas las ceramidas directamente en el rostro, en el escote o en cualquier parte del cuerpo ayuda a que esta se recupere notoriamente. Además de que, poco a poco, vuelva a regular esa cantidad de agua necesaria para que la piel esté perfectamente hidratada y luzca luminosa.
Las ceramidas hacen referencia a unos lípidos (grasas) que tenemos de manera natural y que son el principal elemento de la epidermis. Estas forman una especie de barrera ante los posibles agentes externos impidiendo su entrada para que no debiliten la piel. A su vez, la función de las ceramidas no es otra que la de regular el agua de nuestra piel para evitar una posible deshidratación.
Si la piel no es capaz de retener esa agua esto podría ocasionar grandes problemas en nuestra piel, ya que al no tener esa barrera protectora los agentes externos penetrarían de forma más profunda e intensa provocando fuertes daños.
A medida que la edad avanza el organismo produce cada vez menos ceramidas de forma natural. De ahí, que con los años vayas notando que tu piel se reseca con mayor facilidad, se arruga antes… Por eso, es importante empezar a cuidarla desde bien temprano y al mismo tiempo, frenarlo para que no siga avanzando y debilitando tu epidermis.
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