Seguro que has pensado alguna vez «hace mucho tiempo que no hablo con ‘fulanito'» o, un pensamiento aún más socorrido: «No importa el tiempo que llevemos sin vernos/hablarnos, nuestra amistad sigue intacta». Aunque esta actitud positivista puede ser cierta, la realidad es que a los amigos, como a cualquier relación social, hay que cuidarla, mimarla y regarla casi cada día, ya que son una importante fuente de bienestar.
El problema es que a veces no sabemos (o no nos interesa saber) cómo hacer para que ese amigo o amiga no se nos escape o la unión con esta persona no se debilite. Ahora bien, hay que tener claro que las personas cambian y, por tanto, las amistades también pueden variar. Así lo defiende el psicólogo Çigdem Yavuz Güler, quien opina que «de acuerdo con las necesidades cambiantes de las personas en su ciclo de vida, la forma en que las personas perciben y definen la amistad y sus expectativas de amistad cambian«.
Un buen ejemplo de ello es que, conforme avanza nuestra edad y llegamos a la etapa adulta, el número de amistades disminuye en comparación a nuestra infancia. Por ello, los expertos consideran que es necesario «adoptar una perspectiva de desarrollo» con respecto a la amistad. Eso sí, también reconocen que, aunque hay menos amigos, también hay más profundidad en la relación.
Un estudio llevado a cabo por el psicólogo turco Güler y otros compañeros en 2002, recogido en un artículo de Psychology Today, recuerda un estudio llevado a cabo entre un grupo focal de universitarios y no universitarios en el que analizaron las respuestas de los participantes a estas preguntas:
¿Qué significa para ti la amistad?
¿Qué significa para ti tu mejor amigo?
¿Tu amistad afecta tus hábitos de vida?
¿Ha cambiado tu perspectiva sobre la amistad con el tiempo?
¿Qué compartes con tu mejor amigo?
¿Discutes con tu mejor amigo? ¿Sobre qué discutes? ¿Cómo resuelves el conflicto?
Las características clave de la amistad
A raíz de las respuestas a estas cuestiones, los investigadores desarrollaron un método de categorizarlas en lo que ellos han definido como las 5 características clave con las que mantener una amistad sólida y que recupera la profesora universitaria Susan Krauss.
«Saber lo que es importante en una buena amistad puede ayudarlo a fomentar los lazos que lo unirán a lo largo del curso cambiante de la vida», recalca la experta. Así es como se categorizan los puntos clave que definen una buena amistad:
Procesos conductuales: compartir pensamientos o emociones, mostrar apoyo, sacrificarse por el bienestar del otro y pasar momentos agradables juntos.
Procesos cognitivos: ser atento, cuidadoso y respetuoso, demostrar que se está dispuesto a mantener la amistad, complementarse y sentirse a salvo con el otro.
Procesos afectivos: tener la sensación de que llenan un vacío y tener un vínculo afectivo y sentirse cariñoso.
Características estructurales: tener emociones recíprocas, ser transparente y honesto y tener cualidades similares al del amigo pero «disfrutar de las diferencias».
Cualidades de desarrollo específicas de la edad adulta emergente: aceptar los defectos del otro, establecer «vínculos de apego», fomentar el crecimiento de la otra persona.
