Dicen que el recuerdo no muere con la persona, y el amor tampoco. Porque siempre que tengamos a ese alguien en nuestra cabeza, nunca se habrá ido.
Rosario tiene 73 años, es de Cádiz y vive en Huelva desde que se casó con su marido. Se conocieron hace muchos años, y desde entonces no se habían separado. Con la jubilación de él, se encontró mejor con la tensión y el azúcar que padecía. Por eso, decidió dejar de tomarse la medicación que tenía por voluntad propia. Una semana después de dejar de tomarla, sufre un infarto y muere. Esto fue el domingo pasado. Ella no sabe cómo salir de la tristeza de la pérdida, se siente muy sola y no sabe a quién pedir ayuda. Rosario siempre ha sido una persona inquieta y con ganas de hacer cosas, pero desde la pérdida no quiero salir de casa. Por otro lado, uno de sus hijos vive fuera del país y le ha propuesto que se vaya con él a vivir.