La mayoría de las personas que realizan este hábito lo hacen de forma automática e inconsciente. De hecho, es algo que según afirma Leticia Doñagueda, psicóloga en El Prados Psicólogos, es algo que “no pueden controlar”. Aun así, la especialista alerta de que es una conducta muy común en niños y adolescentes que tienden a olvidar en la edad adulta: “A medida que vamos creciendo, el hábito de comerse las uñas puede verse modificado por otro tipo de conductas como morder el bolígrafo, fumar, tocarse el pelo…”.
Según Lidia Asensi, experta en psicología, este hábito compulsivo tiene un origen psicológico, ya que la onicografia está calificada con un “trastorno de tipo obsesivo compulsivo” relacionado con un elevado nivel de estrés y ansiedad, que a la persona que lo padece le resulta muy complicado de gestionar.
Lidia Asensi alerta de que morderse las uñas puede provocar consecuencias muy negativas en la salud. Por un lado, a nivel físico puede llevar a “infecciones y desconfiguración de los dedos y/o dientes”. Por otro lado, a nivel emocional esto puede generar una mayor frustración por ser una conducta “difícil de controlar”.
Además, la psicóloga añade un nivel más, el social, el cual también resulta peligroso ya morderte las uñas puede afectar a tu imagen de forma muy negativa, lo que en ocasiones podría llevarte a situaciones de rechazo.
A estas alturas, es posible que si te muerdes las uñas hayas probado todo tipo de métodos para evitarlo. Desde esmaltes con sabor amargo, pasando por mantener las uñas muy cortitas y llegando hasta masticar un chicle para olvidarte del estrés.
Como sabrás, esto no es suficiente porque esta conducta esconde otros factores detrás que a simple vista no se ven. Lidia Asensi aconseja estudiar en qué momentos sueles repetir este tipo de conducta e identificar las emociones que te inundan en ese momento y trabajarlas poco a poco en terapia.
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