Este estudio avala que con la edad, las hijas nos vamos pareciendo más a nuestras madres

Entre los hombres y sus padres sucede algo similar

Ana Más

Seguramente, sobre todo si pasas de los treinta, tú misma notes que repites patrones con tus hijos que ya repetía tu madre contigo hace años, que incluso reproduces sus expresiones y hasta te sorprendes pidiéndole prestado algún bolso o vestido a tu madre. Hoy hablamos de un estudio que avala este parecido entre madres e hijas.

Y es que parece un hecho probado por la ciencia que conforme crecemos, las mujeres nos parecemos más a nuestras madres. Al menos esto es lo que se desprende de un estudio realizado por el cirujano Julian Da Silva que ha sido publicado en The Mirror y en el que afirma que por mucho que muchas mujeres no quieran ser como sus madres, es inevitable parecerse a ellas.

Según el estudio, explican desde uppers.es, «las mujeres comienzan a parecerse a sus madres al cumplir los 33 años, cuando muchas ya han sido madres o tienen una vida plenamente adulta».


No solo ocurre entre madres e hijas, les pasa a los hombres también

Cheerful father and son having red wine while walking in park

Dos mil hombres y mujeres participaron en el trabajo, en el que más de la mitad de las mujeres, reconocieron que cuando cumplieron 30 años empezaron a entender a sus madres, aceptaron su estilo de vida y dejaron de rebelarse contra ellas, a la vez que comenzaron a comportarse de manera más parecida a ellas no solo en lo que se refiere al estilo de vida, sino incluso en sus expresiones y respuestas emocionales.

El mismo estudio también explica algo parecido con los hombres y sus padres, aunque en su caso esta similitud comienza algo más tarde que en las mujeres, concretamente a los 34 años. Y es que muchos de los hombres que participaron en el estudio reconocieron que empezaron a comportarse igual que sus padres después de haber tenido ellos mismos hijos. Aunque con una curiosidad con respecto a las mujeres: la calvicie y el aumento de peso sirvieron para acercar a ambas generaciones. «Al empezar a perder pelo, comenzaron a compartir patrones de comportamiento con sus padres. Ganar peso es otra de las circunstancias que parece unir a los padres con sus hijos.», explican desde el mismo medio.

 

 

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