Pero lo cierto es que esta tendencia cambiará en los próximos años. ‘Projections of human kinship for all countries’ (Proyecciones del parentesco humano para todos los países) es un estudio que se ha publicado recientemente y que analiza los cambios de natalidad y cómo afectan estos a las redes de parentesco que conocemos hoy en día.
El principal investigador de ese estudio es Diego Alburez-Gutiérrez y ha detectado que «el número de parientes que tiene una persona disminuirá un 35% hacia finales de siglo; la probabilidad de que un bebé tenga hermanos o primos será muy baja y, en cambio, será fácil que tenga a sus cuatro abuelos y cinco o seis bisabuelos vivos».
A pesar de ello, también asume que esto no queire decir que vayan a ayudar en el cuidado que mencionábamos, puesto que la diferencia de edad entre las generaciones aumenta cada vez más y la dependencia ligada al envejecimiento también lo hace.
«Nuestros hallazgos determinan la necesidad de realizar inversiones en cuidado infantil y en cuidado de personas mayores para aliviar la carga de las personas que envejecen con menos recursos familiares», afirma el investigador, cuyo objetivo principal era establecer cómo han cambiado las redes familiares desde 1950 y cómo se prevé que evolucionen hasta el 2100.
Con esta premisa, han concluido en que, en general, el número de parientes vivos disminuirá bastante en todo el mundo. Mientras que una mujer de 65 años en 1950 podría esperar tener 41 parientes vivos, se prevé que una mujer de las mismas características, pero en 2095 tendría sólo 25 familiares, lo que representa una disminución global del 38%.