
Mientras tanto, estos días los cardenales viven en un régimen de aislamiento en la Domus Sanctae Marthae sin acceso al exterior, visitas, prensa o dispositivos móviles, algo que recoge muy bien la película nominada al Óscar, Cónclave, en la que se señalan algunas de estas cláusulas que los cardenales están obligados a obedecer durante el tiempo que dure la celebración del cónclave.
Este aislamiento se extiende también a sus hábitos alimenticios, con un menú cuidadosamente diseñado para mantener su salud y concentración. El nutricionista italiano Giorgio Calabrese ha sido el encargado de elaborar el plan alimentario de los cardenales electores. Tal y como ha revelado a ACI Prensa, este comienza con un desayuno que incluye tostadas con miel o mermelada acompañadas de té o café.
Para el almuerzo se opta por platos ligeros pero llenos de sabor, como pueden ser pasta con tomare y albahaca fresca, risotto de verduras o legumbres y carne blanca o pescado a la plancha con verduras al vapor, evitando a toda costa las grasas saturadas. Sí podrán, no obstante, tomar vino. «El agua se bebe para hidratarse, el vino se saborea para alimentarse«, señalaba Calabrese.
La alimentación de los cardenales es tan clave que incluso la mencionada película recoge varias escenas que se desarrollan en el comedor. Y a pesar de que los menús son bastante nutritivos y variados, no muchos saben que hay un alimentos concretamente que, a pesar de ser ligero y saludable, no podrán comer. Se trata de cualquier tipo de espárragos.
La razón es que este alimento tiene compuestos de azufre que hacen que, tras la digestión, el ácido asparagusico se descomponga en moléculas que causan un olor muy fuerte y característico en la orina. Dado que durante el tiempo que dura el cónclave los cardenales comparten baños, se evita este tipo de alimentos como una «cuestión de respeto mutuo en un ambiente cerrado y espiritual«, ha señalado el liturgista Nicola Bux a L’Osservatore Romano.
Tampoco se pueden tomar carnes rellenas o platos en los que se puedan esconder mensajes. Es una decisión que se determinó en el siglo XIII como método de seguridad para garantizar la transparencia en el proceso de elección.
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