En los tiempos que vivimos, en los que la información fluye sin freno y la vida va a toda velocidad, no es extraño que algunas personas digan una cosa hoy… otra mañana y cambien de opinión constantemente. Según el psicólogo Manuel Taboada, la clave está en distinguir cuándo ese cambio es un problema y cuándo es una habilidad.
Para empezar, cambiar de parecer no siempre es sinónimo de debilidad o falta de carácter. Al contrario, los expertos afirman que puede indicar lo que llaman flexibilidad cognitiva. Es la capacidad de la mente para adaptarse, revisar ideas y evolucionar.
Cuando alguien sostiene una opinión y luego, frente a nuevos datos o reflexiones, decide ajustarla, está demostrando que su pensamiento está vivo y abierto. No es ser una persona inconstante, es saber cambiar cuando tiene sentido.
¿Cuándo puede convertirse en un obstáculo el cambio de opinión?
Sensación de bloqueo I Getty
Ahora bien, hay matices. Cambiar de opinión de forma tan rápida o frecuente que impida tomar decisiones, descansar mentalmente o cumplir compromisos, puede generar bloqueo o sensación de dispersión. Según un articulo especializado, esto ocurre cuando intervienen factores como:
Sobrecarga de estímulos e información constante, que hace que la mente se disperse.
Miedo a equivocarse o al qué dirán, que paraliza la acción y mantiene a la persona en el ‘modo pensar’ sin avanzar.
Continuas comparaciones con los demás, que generan inseguridad y provocan vueltas constantes en la cabeza.
¿Qué hacer para que ese cambio de opinión sume y no reste?
Loading ...
Para que esa capacidad de revisión sea saludable, se pueden seguir algunos consejos sencillos:
Date permiso para cambiar de parecer cuando realmente lo has reflexionado y no como por impulso o para agradar. Reconocer que lo que pensabas ya no encaja, es un acto de madurez.
Frena el caos mental. Cuando sientas que tu mente da mil vueltas, detente, respira y anota lo que piensas. Ponerlo por escrito ayuda a ordenar ideas.
Decide y sigue adelante. Estar en perpetuo cambio sin actuar puede ser más costoso que equivocarse.