
El problema llega cuando queremos retomarlo y sentimos que hemos perdido toda la forma. Pero no te preocupes, volver a entrenar es mucho más sencillo de lo que parece si lo haces con cabeza.
1. Empieza poco a poco, pero empieza bien
El primer paso no es demostrar lo que podías hacer antes, sino aceptar en qué punto estás ahora. Lo recomendable es empezar con sesiones cortas de ejercicio, por ejemplo 20 o 30 minutos, y con actividades de baja intensidad como caminar rápido, nadar o bicicleta estática.
Conforme ganes resistencia, podrás sumar minutos o añadir ejercicios de fuerza con mayor intensidad.
2. Se constante, más que exigente
De nada sirve hacer dos entrenamientos muy duros y luego pasar a estar semanas parado, sin hacer nada de ejercicio. El secreto está en la regularidad: fija dos o tres días semanales como mínimo y cúmplelos, aunque sean entrenamientos suaves.
Verás como poco a poco el cuerpo te lo pedirá y mantener el hábito será mucho más sencillo.
3. Escucha a tu cuerpo
El dolor no siempre es señal de progreso. Si sientes molestias intensas, frena. El descanso también forma parte del entrenamiento, igual que una alimentación equilibrada y una buena hidratación. Dormir las horas necesarias hará que tus músculos se recuperen y que vuelvas al día siguiente con más energía.
4. Integra el deporte en tu rutina diaria
No siempre es necesario ir al gimnasio. Subir escaleras en lugar de utilizar el ascensor, bajar una parada antes del autobús o hacer estiramientos mientras ves tu serie favorita o una película en Netflix son pequeñas acciones que suman.
Y si te cuesta motivarte, las clases colectivas o un entrenador online pueden ayudarte a mantener el compromiso.
5. Encuentra tu motivación
Entrenar acompañado siempre es más divertido y aumenta la probabilidades de no abandonar. Pero también es fundamental recordar tu «para qué»: ¿quieres sentirte con más energía? o ¿mejorar tú salud?