
Entre risas, confidencias y una cocina en plena ebullición, Bisbal ha confesado que siempre se ha considerado «mejor catador que cocinero», aunque reconoce que con buena compañía todo es más fácil.
«Lo único que no confío mucho es en mí para hacer un gazpacho, pero contigo aquí al lado… ¡Yo confío!», aseguró mientras cortaban tomates y pepinos. Y no es casualidad que elija esta receta: «Es un plato de mi tierra, no solo español, sino andaluz», subrayó orgulloso.
Más allá de la receta, la conversación se convierte en un viaje emocional por la vida del artista. Bisbal recuerda con cariño la cocina de su infancia en Almería, marcada por los platos de cuchara que preparaba su madre: lentejas, berzas con hueso de jamón y guisos que hoy define como «un arte». Como comenta Paulina durante la sesión: «Volvés dos horas a tu infancia», refiriéndose a cómo los sabores tradicionales lo conectan con sus raíces.
La charla también deja espacio para la música y los escenarios. El cantante reflexiona sobre lo que realmente le impresiona de un artista en directo: «Que mejore la versión del disco». Esta filosofía conecta con su carrera actual, en la que apuesta por sonidos más clásicos y grabaciones orgánicas, como las de su disco navideño, registradas con todos los músicos tocando juntos, «como se hacía antes».
Entre anécdotas, desde apagones en conciertos hasta pantalones rotos en pleno escenario o fans que saltan al escenario, Bisbal demuestra que sigue disfrutando cada paso del camino. Además, revela sus comidas favoritas en los viajes y cómo la música clásica y los artistas de otras épocas siguen inspirándolo.