
La Organización Mundial de la Salud lo deja claro. No existe un nivel de consumo de alcohol que pueda considerarse totalmente seguro.
Durante años hemos escuchado frases como «una copa de vino al día es buena para el corazón«, pero la ciencia actual desmonta esa creencia. Lo cierto es que cualquier cantidad, por pequeña que parezca, genera un impacto en el organismo.
Los expertos advierten que la frontera del riesgo se sitúa antes de lo que solemos pensar.
Según el Ministerio de Sanidad, superar las 10 unidades de alcohol a la semana en mujeres o las 15 en hombres, ya que aumenta la probabilidad de sufrir problemas cardiovasculares, digestivos e incluso varios tipos de cáncer.
Para entenderlo mejor en el día a día, una unidad de alcohol equivale aproximadamente a una copa de vino en la cena, una caña de cerveza o un chupito. Eso significa que con dos copas de vino en la cena se consideraría estar rozando el umbral de riesgo.
Pero, el verdadero problema es que estas cantidades, al ser socialmente aceptadas, no se perciben como excesivas. De ahí el peligro de frases como ‘bebo lo normal’. Detrás de esa normalidad se esconden cifras acumuladas semana tras semana que no son nada buenas para el organismo.
Hay señales sutiles que muchas veces se pasan por alto pero que conviene escuchar. Si necesitas beber para relajarte, si sientes que sin alcohol una reunión no es igual, o si ‘tus ocasiones especiales’ se han convertido en un hábito casi diario, son señales de alarma.
Y lo más preocupante, el cuerpo se acostumbra y lo que antes era esporádico se convierte en rutina.
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