
La psicóloga forense Anna Sibel lo resume así en una entrevista para Informativos Telecinco: «Cuanto más similares son dos personas en tu vida, más probable es que confundas sus nombres. Y no hablamos solo de parecido físico. El cerebro considera similares a personas que tienen roles parecidos en tu vida, pertenecen al mismo grupo demográfico, aparecieron en contextos similares y despiertan emociones parecidas». Es decir, si tu pareja y tu mejor amigo te generan sensaciones emocionales similares, tu cerebro los coloca en un mismo espacio mental.
De hecho, los nombres no son más que etiquetas. Sibel lo explica: «Son islas solitarias en nuestro sistema de memoria. No significan nada por sí mismos, pues son etiquetas que colgamos de las personas». Pero ojo, no todas las etiquetas pesan igual. Existe una jerarquía. «Es más probable que confundas nombres dentro de familias que entre extraños, y más probable que confundas nombres de personas que amas que de personas neutrales», añade la experta.
Este fenómeno se apoya en la llamada Teoría de la Red Emocional, desarrollada por David Rubin, de Duke University. Según Sibel: «Las personas que despiertan emociones similares en nosotros están más interconectadas en el cerebro. Por eso una madre puede llamar a su hijo por el nombre del perro de la familia, no porque los confunda, sino porque ambos ocupan el espacio emocional de seres queridos que cuido y protejo».
Sibel lo ilustra con su «metáfora de la fiesta»: «Si estás estresado, tu cerebro se inunda de cortisol, que actúa como un DJ ruidoso en la fiesta de tu mente. Interfiere en la comunicación entre neuronas, distorsionando los mensajes. Es como hablar por teléfono en plena tormenta: recibes la información a medias», explica.
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