
La psicóloga y sexóloga María Esclapez explica que lo que se conoce como «corazón congelado» es una especie de agotamiento emocional: «No es que pierdas la capacidad de amar, es que estás tan saturado que el cerebro dice: Voy a sentir un poquito menos».
Se trataría de una respuesta a una sociedad hiperconectada y de relaciones rápidas, lo que termina por «quemar» a muchas personas.
Algunos de los testimonios recogidos para el reportaje de El País reconocían: «He decidido centrarme en mí, en mi desarrollo. El amor no es mi prioridad». «A la tercera cita ya veo venir los problemas… sin esa confianza inicial ya no me nace el enamoramiento».
Para Esclapez, el peligro está en que este «apagón afectivo» se podría normalizar con el paso del tiempo: «Construiríamos sin darnos cuenta una forma de relacionarnos desde el aislamiento».
Sin embargo, aclara que no implica perder para siempre la capacidad de sentir y recomienda terapia, apoyo social y vínculos seguros para recuperar la confianza: «No todas las relaciones son iguales ni tienen por qué acabar mal».
En conclusión, es evidente que la forma de amar ha cambiado, ahora tenemos otras prioridades y expectativas, unas que resultan mucho más difíciles de cumplir plenamente.
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