Durante años, la rabia femenina fue una emoción que se les negó a las mujeres. Se les pedía calma, dulzura, contención. Pero en los últimos tiempos esa represión ha dado paso a un nuevo término, female rage, o la ira femenina. Un concepto que también ha sido acuñado en el ámbito de la música a través de cantantes como Malú o Shakira.
Se trata de un concepto que se ha convertido en un emblema cultural y emocional. No se trata de una furia sin control, sino de una energía nacida del cansancio acumulado frente a la injusticia, la desigualdad o los vínculos opresivos. Es la emoción que surge cuando una mujer deja de callar.
En redes sociales abundan hoy los vídeos con el hashtag #femalerage, donde mujeres de todo el mundo comparten escenas de enfado, frustración o descripciones con frases como «ya no quiero ser la buena».
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En los últimos años, fenómenos virales como las películas Barbie o series como Euphoria también han puesto el tema sobre la mesa, ¿qué pasa cuando la rabia femenina se muestra sin miedo?
Aunque el término se haya popularizado ahora, el cine lleva décadas explorando esta emoción. Una de las primeras en hacerlo fue Carrie (1976), la adaptación de Stephen King sobre una adolescente marginada que, tras años de humillaciones, estalla y convierte su dolor en una autodestrucción. Carrie hace visible el poder reprimido de una chica que nunca tuvo voz.
Años más tarde Quentin Tarantino llevaría esa emoción a otro extremo con Kill Bill (2003). La historia de Beatrix Kiddo es una fantasía de venganza, pero también un símbolo de independencia. Su ira es justicia.
Ambas películas ayudaron a ponerle nombre a algo que muchas mujeres sentían pero no sabían cómo expresar. El female rage es el resultado de años de silencios, de haber tenido que ser complacientes incluso frente al dolor.
Esa misma energía también ha llegado a la música en español, y lo ha hecho con una potencia que trasciende tanto estilos como generaciones. Varias artistas de nuestro entorno Dial han transformado el enfado en canciones que reivindican dignidad y la libertad de decidir cuando ellas quieran.
Malú en el tema transforma la sumisión en empoderamiento. Canta para después romper con todo en esta estrofa. Es la rabia contenida que se vuelve en decisión.
«Enseñarme perfecta sumisa y atenta. Bonita estupenda. Y yo, tan vacía y tan sola a tu lado. Enganchada a un amor inventado»
Aquí Shakira suena a un desahogo elegante, un adiós sin arrepentimientos. La colombiana canaliza la frustración de una ruptura sin victimismo, mirando de frente.
«Ay, me voy otra vez. Ay, te dejo, Madrid. Tus rutinas de piel y tus ganas de huir. Yo no quiero cobardes que me hagan sufrir. Mejor le dijo adiós a tu boca de anís»
Alaska y Dinarama lo hicieron en los 80 con esta canción, un himno adelantado a la época en la que se publicó y que desafía al qué dirán. Es el germen de la rabia convertida en orgullo.
«La gente me señala. Me apuntan con el dedo. Susurra a mis espaldas. Y a mí me importa un bledo»
Paulina Rubio recogió el testigo con este tema, donde pone voz al rechazo del rol tradicional de la mujer. Una canción que, más de veinte años después, sigue siendo una declaración de independencia.
«Yo no soy esa mujer que no sale de casa. Y que pone a tus pies lo mejor de su alma. No me convertiré en el eco de tu voz»
Y en clave más reciente, Melody reivindica la independencia con ironía y fuerza. Una mujer que no pide permiso para brillar ni enfadarse.
«Una diva es valiente, poderosa. Su vida es un jardín lleno de espinas y rosas. Resurge bailando. Con más fuerza que un huracán»
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