Con la llegada del otoño, los parques se llenan de hojas crujientes y frutos que llaman la atención de nuestras mascotas. Entre ellos se encuentran las castañas de Indias (Aesculus hippocastanum), muy similares a las castañas comestibles pero con una gran diferencia.
Este tipo de fruto contiene esculina, una sustancia tóxica que puede comprometer gravemente la salud de los perros. Este veneno no tarda en mostrar sus efectos. Los síntomas más frecuentes son vómitos, diarrea, dolor abdominal y salivación excesiva.
En los casos más graves, la intoxicación provoca temblores, convulsiones o pérdida de coordinación, lo que convierte a este fruto en un verdadero peligro para cualquier mascota curiosa.
El riesgo no es solo químico. El tamaño de la semilla también puede convertirse en una amenaza física. Un perro pequeño, por ejemplo, podría tragársela entera, lo que desencadena una obstrucción intestinal. Si no se actúa a tiempo, esta complicación puede derivar en una cirugía de urgencia.

El problema añadido es que muchos dueños no presencian el momento exacto de la ingesta. Por ello, ante cualquier síntoma sospechoso es vital acudir de inmediato al veterinario.

Una clave para evitar confusiones es aprender a diferenciar las castañas comestibles de las castañas Indias. Las primeras se presentan en cáscaras muy espinosas, con varios frutos pequeños en su interior. Mientras que, las segundad tienen una cáscara más lisa, con espinas grandes y aisladas, y suelen contener solo una semilla.
Cuando exista cualquier duda, lo más sensato es no arriesgar.
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