Si quieres una relación de pareja sólida y duradera, practica la regla de las tres C

La escritora francesa Martine Castello es su creadora

Ana Más

La escritora francesa Martine Castello es su creadora y sus pilares son tres: corazón, cuerpo y conciencia. Nos referimos a la regla de las tres C, que cada vez está más de moda entre aquellos que quieren fortalecer su relación de pareja y que esta dure a largo plazo fuerte y sólida.

Pero, ¿a qué se refiere cada uno de estos pilares? Pues bien, el corazón tiene que ver con el compromiso emocional y la conexión afectiva entre los dos miembros de la pareja, y en ello juegan un papel fundamental aspectos como el cariño, el apoyo y la empatía mutuos, además del hecho de mantener una actitud atenta hacia el otro y mostrar interés hacia él o ella. Pero una relación no se sostiene solo con la parte del corazón, según Castello, que se refiere a otras de las tres C: el cuerpo.

Esta parte está relacionada con algo también muy importante, la atracción física, los valores que compartamos y con el hecho de tener estilos de vida compatibles, aspectos todos ellos que ayudan también a fortalecer el vínculo por la complicidad y bienestar que generan en una pareja.

La conciencia, el último pilar de la ‘regla de las tres C’

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Y añade un tercer aspecto, aquel que tiene que ver con la conciencia, que es lo que nos permite tener una comunicación efectiva, algo esencial a la hora de resolver malentendidos y en la que tienen mucho que ver la expresión de emociones, la escucha activa y el respeto mutuo. Si somos capaces de practicar esta regla lo normal es que nuestra relación de pareja sea sólida y duradera.

También existe una regla con ese nombre aplicada en un ámbito muy diferente, el de la educación, que apunta qué patrones de conducta debemos mantener para educar niños que sepan en un futuro desarrollarse plenamente como personas. En este caso las tres C se refieren a la Coherencia, la Constancia y la Consecuencia.

Dicho de forma muy concisa, la coherencia se refiere a practicar lo que predicamos, ya que los niños aprenden de lo que nos ven hacer, no de lo que nos oyen decir. La constancia se refiere a inculcar determinados hábitos practicándolos siempre y, por último, los niños deben saber que todo acto genera unas consecuencias.

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