
Rosa está viviendo una etapa plena junto a su pareja, Iñaki García, un policía al que define como «un hombre normal, buena y maravillosa persona”. Se conocieron en plena pandemia, durante un concierto de Marta Sánchez. Desde entonces, su relación ha crecido con fuerza. Tanto es así que decidieron tatuarse la palabra «Familia» como símbolo de unión.
Pero, ¿y la boda? Rosa lo deja claro en una entrevista con Europa Press: «No hay pensamiento, pero con tanto trabajo y tantas cosas inesperadas resulta imposible planearla«. Por el momento, la música gana.
El tema de la maternidad, en cambio, despierta sentimientos encontrados. «El corazón se me enternece, pero luego veo también todo lo que hay en la vida«, confesaba. La idea de tener una «mini Rosa de España» la emociona y reconoce que todavía no se siente lista para dar ese paso.
En medio de estas confesiones íntimas, Rosa también sacó a relucir su orgullo por sus raíces gitanas. Para ella, su origen «no es nada malo, te hace más fuerte y te ayuda a salir adelante«. Reconoce que durante años no habló de ello abiertamente, pero ahora lo considera «sagrado». Su abuelo era gitano y su abuela paya, todo apuntaba a que haría flamenco, pero ella eligió el soul y sonidos más internacionales: «La niña tiró para otro lado, para lo negro«.
También habló sobre la primera edición de OT y el recuerdo de Àlex Casademunt, fallecido en 2021. Rosa lamentó haberse perdido el homenaje que le hizo David Bustamante, pero se mostró abierta a participar en otro: «Eso sería guay. Es un tema delicadillo, pero Álex se merece todo«.
Y sobre su relación con Chenoa, reconoció que ahora no tienen contacto, aunque no descarta un reencuentro en el futuro: «Siempre coincidimos, vivimos para la gente que nos ve».
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