
«Ha sido el proyecto al que más tiempo le he dedicado este año. Mi primera vez como actriz», confiesa Rozalén, que no esconde la intensidad de la experiencia: meses de preparación, ensayos, viajes y una residencia de tres meses en el Teatro Marquina de Madrid. Todo ello enfrentándose a miedos, nervios y a la enorme responsabilidad de encarnar a Chavela Vargas, una figura «intocable» y uno de sus grandes referentes.
La artista reconoce que el respeto ha sido la base de cada función. «Cada función comenzaba pidiéndote permiso, pidiéndote perdón y dándote las gracias», escribe dirigiéndose a la cantante mexicana, dejando claro que este homenaje ha estado marcado por la admiración y la honestidad artística.
Uno de los momentos más destacados del mensaje es su agradecimiento al público. Rozalén califica de «muy loco» haber colgado el cartel de entradas agotadas en todas las funciones y lanza un mensaje directo a quienes han acompañado el proyecto desde la platea: «No podemos normalizar que respondáis así tantas y tantas almas».
Tampoco se olvida del equipo creativo, técnico y artístico, ni de sus compañeras sobre el escenario, a las que define como un apoyo fundamental durante un año de emociones intensas que, asegura, «une para siempre».