Las cenas de verano son uno de los momentos más esperados de la temporada. Buen clima, compañía agradable, nuevas amistades y la posibilidad de relajarse. Pero no todo vale. Aunque el ambiente sea más distendido, ciertos errores pueden arruinar tu imagen sin que te des cuenta. Tener buenos modales y vestir con acierto son claves para disfrutar y dejar una buena impresión.
Según María José Gómez y Verdú, autora de ‘Protocolo POP, El manual del saber estar‘ (Plataforma Editorial), el protocolo no es exclusivo de la realeza ni de eventos formales. Es una guía práctica para moverse con naturalidad y respeto en cualquier contexto social, incluidas las cenas informales de verano. Y su visión es clara. Más allá de reglas rígidas, el protocolo moderno consiste en educación, empatía y sentido común.
Tres errores que debes evitar para impresionar en tus cenas de verano
Uno de los consejos más directos de la experta apunta a los grandes temas prohibidos en la mesa. Hablar de dinero, enfermedades o de lo mal que va todo. En un contexto relajado como una cena veraniega, estos temas pueden incomodar o romper el ambiente positivo.
Otro error frecuente es monopolizar la conversación. Aunque tengas muchas ganas de compartir experiencias, no conviertas la cena en tu monólogo. Es preferible hacer preguntas abiertas y escuchar activamente.
El tercer gran fallo: usar el móvil durante la comida. Aunque sea tentador, dejar el teléfono sobre la mesa resta presencia y transmite desinterés por lo que ocurre alrededor. Estar presente es la mejor forma de mostrar respeto.
Vestimenta y lenguaje corporal
A la hora de vestir, tanto hombres como mujeres deben evitar los extremos. La clave está en la comodidad elegante. Para ellas, fibras naturales como lino o seda ligera, colores suaves y cortes que acompañen el entorno. Para ellos, camisas claras, pantalones bien cortados y calzado adecuado (ni chanclas ni deportivas). Lo informal no significa desaliñado.
Y al llegar, ¿cómo saludar? En un entorno relajado, basta con un apretón de manos correcto o una sonrisa natural. Evitar gestos demasiado efusivos si no hay confianza previa. El lenguaje corporal también habla. Mirar a los ojos, sonreír y mantener una postura abierta siempre suma.
Detalles que marcan la diferencia
La puntualidad es clave. Llegar cinco o diez minutos después de la hora es lo ideal. Si llevas un detalle, que sea sencillo: una planta, un postre, una botella de vino. Y, sobre todo, agradece. Ya sea al salir o con un mensaje al día siguiente, demostrar gratitud es la mejor forma de cerrar la velada con estilo.
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Porque al final, el verdadero protocolo no va de reglas rígidas, sino de hacer sentir bien a los demás… y también a uno mismo.