La llegada del verano trae consigo cambios notables en nuestros hábitos. Uno de los más frecuentes es la disminución del apetito. Esta falta de hambre, más común de lo que parece, tiene una base científica. Las altas temperaturas modifican el funcionamiento del cuerpo, y el sistema digestivo es uno de los primeros en verse afectado.
Con la llegada del calor nuestro organismo destina más energía a mantener una temperatura interna adecuada. Reduciendo así el flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo. Como resultado, la sensación de hambre se atenúa, especialmente si hay deshidratación. Este fenómeno se conoce como hiporexia y puede tener consecuencias preocupantes si se prolonga en el tiempo, sobre todo entre personas mayores.
Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores, advierte que durante los meses calurosos es frecuente que los mayores coman menos, lo que puede derivar en una ingesta insuficiente de nutrientes. Esto incrementa el riesgo de desnutrición, pérdida de masa muscular y debilitamiento del sistema inmunológico. “Ante una pérdida de interés por la comida, es fundamental realizar una evaluación individualizada”, ha señalado.
Los especialistas recomiendan adaptar las comidas a platos ligeros, frescos y fáciles de digerir, que resulten más apetecibles con calor. Evitar preparaciones pesadas y calientes ayuda a mejorar la tolerancia digestiva. Además, se aconseja ajustar los horarios de las comidas para que coincidan con las horas más frescas del día, como el desayuno y la cena.
María Aguirre, nutricionista del servicio Blua de Sanitas, subraya la importancia de incorporar alimentos hidratantes y ricos en micronutrientes esenciales, como potasio, calcio y vitamina D. Estos nutrientes pueden verse comprometidos si el apetito sigue bajo durante varios días. Entre los alimentos recomendados destacan frutas como sandía y melón, ensaladas, gazpacho, yogures y batidos naturales.
Además, los expertos insisten en la necesidad de observar con atención a las personas mayores y estar alerta ante posibles signos de alarma. Comer menos de la mitad de lo habitual durante más de tres días, así como la aparición de debilidad, confusión o apatía, pueden ser indicadores de una situación preocupante. En estos casos, se recomienda acudir a un profesional sanitario lo antes posible.
Por último, factores como el entorno social durante las comidas también influyen. Comer acompañado, en un ambiente agradable, puede mejorar la actitud hacia la alimentación. Con estrategias sencillas, es posible mantener una dieta equilibrada y saludable incluso en los días más calurosos del año.
MÁS SOBRE:
© Sociedad Española de Radio Difusión, S.L.U.
© Sociedad Española de Radiodifusión realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados a tal fin de conformidad con el artículo 67.3 del Real Decreto-ley 24/2021, de 2 de noviembre.