
Y es que mientras muchos ven una profanación añadir piña a este típico plato italiano, otros aprueban dejarse conquistar por nuevos sabores, por atrevidos que puedan parecer.
Aunque su nombre nos lleve a pensar que se originó en Hawái, lo cierto es que tuvo lugar Ontario, Canadá. Fue el chef canadiense de origen griego, Sam Panopoulos, quien utilizó su experiencia en la elaboración de platos chinos, donde se mezclan sabores dulces y salados, para inventar una nueva pizza que revolucionaría la cocina.
«Lo probamos por pura diversión, a ver qué sabor tenía. Éramos jóvenes en el sector y estábamos experimentando mucho«, contó el chef en una charla con la BBC. Si bien al principio no tuvo mucha popularidad entre los consumidores, poco a poco fue ganando terreno hasta convertirse en una oferta básica en las pizzerías de todo el mundo.
Pero entonces, ¿por qué se llama pizza hawaiana, si su origen está en Canadá? Esto tiene que ver con la marca de piña enlatara que utilizaban en la época y en la que Panopoulos se inspiró para llamar así a su creación.
Para sus defensores, la pizza hawaiana es una explosión de sabores que contrastan en el paladar y que funcionan a la perfección. La piña no solo aporta un toque refrescante, sino que además equilibra la grasa del queso y la sal del jamón, creando una experiencia de sabores totalmente única. Una pizza que representa al mismo tiempo una apertura a la experimentación culinaria, desafiando las normas tradicionales de lo que, por lo general, debería llevar una pizza.
Es un argumento que muchos han comprado pero, ¿qué pensarán los italianos de todo esto? Para entenderles solo hay que pensar cómo nos llevamos las manos a la cabeza cuando los extranjeros hacen sus propias versiones de paella o tortilla de patatas que rápidamente tildamos de ‘sacrilegio’.
Y es que aquí está el otro extremo, el de aquellos que consideran que echar piña a la pizza es una auténtica aberración. Para ellos, la fruta no tiene cabida en un plato caliente y salado como es la pizza. Ni compran el argumento de explosión de sabores, ni el de la textura, pues consideran que esa jugosidad de la piña arruina la consistencia del conjunto.
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