El lema que sedujo a los extranjeros en los años 60, «España es diferente», sigue vigente más de medio siglo después. Los ingleses que se bañan al sol en nuestras playas acuden a los chiringuitos a pedir su menú del día mientras tú disfrutas de la hora del pincho. Y cuando ellos degustan su copa de vino con su chuletón antes de irse a dormir, tú todavía estás en el bar sufriendo con tu equipo de fútbol. La vida se balancea a otro ritmo en el resto del mundo.
La originalidad y la contradicción residen cómodamente en nuestro ADN. Más rápidos que la luz para apuntarnos a una fiesta, pero más tardones que una tortuga para poner el mantel. Somos capaces de añadir nuevos hábitos a nuestra jornada como ir al gimnasio o quedar una vez a la semana con nuestros amigos de la infancia. Eso sí, que no nos hablen de establecer el último refrigerio del día a las siete de la tarde. ¿Cómo vamos a disfrutar igual de la película de las diez de la noche sin una buena ración de tortilla?
Nuestro estilo de vida parece tener que ver con que nos pongamos el pijama a horas intempestivas. También ese carácter extrovertido que nos mueve a intensificar nuestras relaciones sociales diariamente. Pero, ¿existen motivos más profundos por los que comemos y cenamos tan tarde? Quizá pienses que tenemos tanto afán de protagonismo que, simplemente, nos gusta llevar la contraria a todo el universo, pero no.
Pese a esta aclaración, tu carácter trasnochador no te lo quita nadie. Mientras en Suecia cenan a las cinco de la tarde, en tu casa se está poniendo la mesa, como muy pronto, a las nueve. Esto hace que durmamos menos. La razón es muy sencilla. Cerramos los ojos más tarde, claro, pero los abrimos tan pronto como los italianos o los franceses. Somos madrugadores y desayunamos temprano, con lo que el problema no radica en esta primera comida del día.
Nada de lo que te rodea facilita que te alimentes antes de las noticias. Las tiendas han ampliado su horario de cierre de un tiempo a esta parte. Ahora es posible que te compres ese vestido amarillo minutos antes de las nueve de la noche (y no cenarás hasta que compruebes frente a tu espejo cómo te sienta). Tu horario en la oficina tampoco contribuye a esta práctica. Si no tuvieras que coger el metro después de apagar tu ordenador…
Ahora ya conoces las razones por las que en España se come y se cena tan tarde. Eso sí, tanto tú como yo sabemos que no cambiarás esta costumbre, ¿verdad?
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