Según un estudio publicado en el Psychonomic Bulletin & Review, en 2006 «los adultos mayores de 40 años se perciben a sí mismos, de media, un 20% más jóvenes de lo que marca su DNI. Esta diferencia empieza a gestarse a los 25 años, ya terminado el recorrido académico, cuando se pierde la referencia directa y constante de los compañeros de clase. Al llegar a los 30, alrededor del 70% de la población se siente más joven de lo que realmente es. Y la discrepancia aumenta con el tiempo», explican desde smoda.elpais.com.
Aunque esto no le sucede a todo el mundo, se lleva analizando desde los años setenta, de hecho un estudio de la Asociación Americana de Psicólogos de 1989 aseguraba que «es una forma de negación defensiva que permite alejarse del estigma asociado al envejecimiento».
Y es que parece que autopercibirse más joven de lo que uno es puede tener efectos positivos para nuestra salud, Bruno Arpino sociólogo de la Università di Firenze lo explica en El País, «Las personas que lo hacen tienden a tener mejores condiciones de salud, a ser más felices con sus vidas e incluso a morir a edades más avanzadas». Aunque explica que es muy relativo ya que no se sabe hasta qué punto estos resultados son causa o consecuencia ya que es un fenómeno que suele ocurrirles a personas activas para su edad.
Y añade que aunque no se puede modificar la edad cronológica, «los estilos de vida, comportamientos y las condiciones individuales pueden influir en la biológica [basada en la condición del cuerpo y estado de salud] y en la subjetiva».
Por otra parte la Dra. Francine Toder de Psychology Today explica en GQ que «si nos vemos más jóvenes de lo que somos, producimos una especie de regulador de estrés que incrementa en tamaño con la edad cronológica, generando otros efectos positivos»; añade que existen diferentes formas para sentirte joven y recomienda si no lo logramos, rodearnos de personas más jóvenes que puedan expandir nuestro mundo con su visión generacional.