reportera atragantada

La reportera Taciana Díaz, a punto de morir atragantada, es salvada por una camarera

Taciana Díaz narraba su experiencia en La Sexta Noche

Noelia Bertol

A veces ocurre que los reporteros se convierten en el centro de la noticia. Esto es lo que le ha ocurrido a Taciana Díaz, la cual se encontraba en el restaurante A Mundiña, en A Coruña, grabando un reportaje para La Sexta, cuando sufrió un atragantamiento por el que estuvo a punto de morir por asfixia de no ser por encontrarse allí su salvadora, Iria, una de las camareras del establecimiento que le realizó la maniobra de Heimlich. 

Los atragantamientos son muy frecuentes y, de hecho, las cifras de muertes por esta causa son alarmantes: 2.000 personas al año. Algo tan simple como no masticar bien la comida o comer con prisas puede jugarnos una mala pasada. Como le ocurrió a esta reportera.

Una camarera salva la vida a Taciana con la maniobra de Heimlich

 

Taciana Díaz ya había grabado su reportaje y tanto ella como su cámara aceptaron la invitación de los dueños a tomar algo. Entre las tapas que le ofrecieron se encontraba una de pulpo, protagonista de la jornada, pues fue un trozo de pulpo lo que se le obstruyó la tráquea tras no masticarlo bien.

«Yo salí del reservado, porque estaba poniéndome morada, a ver si había algún médico. De repente, aparece una persona por detrás que me agarra«, narraba la reportera señalando a su salvadora, Iria, una de las camareras del local.

Iria le salvó la vida a esta con la maniobra de Heimlich, la cual aprendió en su etapa en las Fuerzas Armadas. «¡Me acabas de salvar la vida!«, le expresó la reportera, que contaba que, tras expulsar el trozo de pulpo, pudo volver a respirar con total normalidad.

Cristina Pardo e Iñaki López se interesaban por conocer más sobre esta maniobra que puede salvar tantas vidas. «Fue un golpe seco e inmediatamente expulsé el pulpo. Aquí estoy, vivita y respirando«, contaba Taciana. Consciente de que el reportaje había tomado otro rumbo, Taciana e Iria recreaban el momento y explicaban cómo había que llevar a cabo la maniobra de Heimlich por si alguna vez, ojalá no, nos encontramos en una situación parecida.

¿Y qué pasa si somos nosotros los que nos atragantamos y no hay nadie para socorrernos? Taciana reproducía el consejo que le había dado un cardiólogo: «Me ha dicho que nos demos un golpe fuerte, a lo bestia, para expulsarlo«.

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