
Esta es una de las conclusiones a las que llegaba el catedrático de Estadística y Econometría Marc Sáez, de la Universidad de Girona, al estudiar cómo el contexto urbano impacta en la salud pública.
El catedrático ha demostrado que en ciudades como Barcelona, por cada kilómetro que una persona se desplaza hacia el norte, la esperanza de vida disminuye en ocho meses aproximadamente.
La respuesta a esta pregunta es más simple de lo que parece, y es que todo se reduce al dinero.
La principal causa de esta brecha está en la renta. No es lo mismo tener un ingreso anual de 40.000 euros a uno de 10.000. Con este primero las necesidades básicas estarían resueltas. Sin embargo, con el segundo la vida se complica mucho más.
El estrés que genera no llegar a fin de mes, suele derivar en cosas como una mala alimentación, la falta de tiempo para realizar ejercicio físico o problemas de salud mental.
Además, la localización también es clave para tener unas buenas condiciones. En muchas ocasiones, la de los barrios más pobres impide el acceso a los grandes centros de salud, supermercados o escuelas, ya que las empresas constructoras y los ayuntamientos no quieren invertir en crear estos espacios.
Sin embargo, en los barrios con un mayor nivel adquisitivo suelen contar con mejores infraestructuras sanitarias y sociales.
Pero esta desigualdad no se limita únicamente al dinero o a la medicina, sino que las condiciones de vida también influyen directamente: el ruido constante, la falta de espacios verdes o la contaminación forman parte del día a día de muchos de estos barrios.