En los tiempos que vivimos, en los que la información fluye sin freno y la vida va a toda velocidad, no es extraño que algunas personas digan una cosa hoy… otra mañana y cambien de opinión constantemente. Según el psicólogo Manuel Taboada, la clave está en distinguir cuándo ese cambio es un problema y cuándo es una habilidad.
Para empezar, cambiar de parecer no siempre es sinónimo de debilidad o falta de carácter. Al contrario, los expertos afirman que puede indicar lo que llaman flexibilidad cognitiva. Es la capacidad de la mente para adaptarse, revisar ideas y evolucionar.
Cuando alguien sostiene una opinión y luego, frente a nuevos datos o reflexiones, decide ajustarla, está demostrando que su pensamiento está vivo y abierto. No es ser una persona inconstante, es saber cambiar cuando tiene sentido.

Ahora bien, hay matices. Cambiar de opinión de forma tan rápida o frecuente que impida tomar decisiones, descansar mentalmente o cumplir compromisos, puede generar bloqueo o sensación de dispersión. Según un articulo especializado, esto ocurre cuando intervienen factores como:
Para que esa capacidad de revisión sea saludable, se pueden seguir algunos consejos sencillos:
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