
La digestión no es un proceso aislado, sino un sistema complejo que implica al intestino, al sistema nervioso y al sistema inmunológico. De ahí que cualquier alteración se refleje en ir al baño. “El intestino no solo procesa comida, también experiencias”, explica Inmaculada Borrego en una entrevista para la web de Informativos Telecinco. Ella es especialista en salud digestiva y autora del libro ‘Lo que tu mente calla, tu intestino lo grita’.
La microbiota intestinal juega un papel esencial en este proceso. Este ecosistema de bacterias y microorganismos no solo ayuda a digerir los alimentos, sino que influye directamente en el sistema inmunitario, la energía diaria e incluso el estado de ánimo.
Cuando esta microbiota está alterada, ya sea por una dieta inadecuada, estrés sostenido o falta de descanso, el cuerpo empieza a manifestar síntomas digestivos que no deben ignorarse. Desde hinchazón y gases hasta estreñimiento o diarrea frecuentes.
Señales como la urgencia repentina por ir al baño, la presencia de mucosidad, o cambios notables en la frecuencia son indicadores de que algo puede no estar funcionando correctamente.
La diarrea puede reflejar un estado emocional de estrés o ansiedad, mientras que el estreñimiento podría estar relacionado con tensión acumulada o la represión de emociones. Por eso, más que síntomas aislados, son señales de alerta que el cuerpo utiliza para expresar desequilibrios internos.
Pero el baño no es el único «mapa» de nuestro estado interno. La lengua también actúa como una especie de espejo digestivo. Su color, textura y apariencia pueden ofrecer pistas sobre la salud intestinal. Una lengua muy blanca puede indicar hongos o digestiones lentas, mientras que una lengua roja brillante puede sugerir inflamación o carencias nutricionales.
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