
Sin embargo, en un reportaje para El País, el periodista político Ignacio Zafra explicaba: «Los españoles con estudios superiores (incluye a los titulados universitarios y en FP superior) ganan un 49% más que aquellos con nivel formativo medio (FP de grado medio y bachillerato) y un 76% más que los de nivel bajo».
Además, Zafra también aseguraba tener una mayor calidad de vida gracias a cursar estudios superiores.
Aunque nos pese, el acceso a los estudios está fuertemente condicionado por el origen socioeconómico.
En España, un 75% de los hijos de padres con estudios superiores también los alcanza, mientras que solo un 30% de los hijos de padres sin la ESO logran cursas una carrera universitaria. «Tres de cada cuatro hijos de personas con estudios superiores alcanzan en España ese mismo nivel de formación», declara el citado periodista.
Esto no depende de capacidad ni esfuerzo, lo que realmente marca la diferencia en la trayectoria de una persona es el entorno en el que crece, sobre todo el familiar.
Es en el hogar donde se construyen las bases de la visión del mundo y, en gran medida, que los padres tengan un nivel educativo u otro acaba influyendo en las expectativas, en lo que se aprende y en el acceso a estudios superiores.
Por eso, entrar a la universidad no es tanto por méritos propios, como muchas veces se afirma.
No queremos decir que todo el mundo deba cursar una carrera, sino que no debería ser algo que dependa de la capacidad adquisitiva de cada uno.
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