
Dicen que los amigos que hacemos durante la infancia son los que dejan huella: aquellos con los que aprendemos el verdadero significado de la palabra amistad, los que nos regalan nuestros primeros momentos de diversión fuera de casa y con quienes descubrimos lo que es la confianza más allá del núcleo familiar.
Por todo ello, la psicología ha explicado en profundidad los efectos que tienen en nosotros los primeros lazos sociales que formamos.
Para la psicóloga infantil María Frola los procesos de socialización comienzan alrededor de los 4 años, una etapa en la que la empatía, el compañerismo y la confianza comienzan a florecer en uno mismo: «Desde el comienzo de una amistad se establecen valores que sentarán las bases para vincularse».
Además, explica que esta etapa es crucial para aprender a resolver conflictos, y asegura que lo mejor es que los padres no se metan.
También añade la importancia de vigilar cualquier signo de que nuestros pequeños prefieran aislarse o evitar cualquier encuentro social: «Si esto se mantiene en el tiempo o interfiere en su bienestar, conviene que la familia intervenga de manera respetuosa consultando a un profesional».
Y hace hincapié en la importancia de escuchar a nuestros hijos cuando intentan expresar sus emociones y ayudarles a expresar sus sentimientos en caso de que necesiten deshago: «La familia puede guiar poco a poco en los primeros contactos, mostrándose disponible, hasta que el niño se sienta seguro para explorar y relacionarse por sí mismo».
MÁS SOBRE: