Alegrar la cara te interesa. ¡Te contamos porqué!

Redacción Cadena Dial

Dicen que un pesimista es un optimista bien informado. Pero la verdad es que un optimista bien informado tendría que ser optimista por partida doble. ¿El motivo? Pues porque hay muchos estudios que demuestran lo beneficiosas que son para la salud la alegría y la risa. Es más, no solo es positivo ser positivo, es que ser negativo es negativo.

A ver si aclaramos este trabalenguas. Resulta que ser un gruñón, un pesimista, un quejica, afecta negativamente a la salud.

Lo que dice la ciencia sobre ser el enano Gruñón

El efecto de la negatividad sobre la salud es objeto de muchos estudios y cada vez hay más pruebas de que a la vida le afecta el pesimismo.


A veces, quejarse es adecuado porque puede resolver problemas y exponer dificultades que otros ignoran. Pero lo cierto es que hay una gran diferencia entre la queja ocasional y objetiva y ser un quejica constante. Hay gente que tiene cara de chupar limones y se queja por todo. Son incapaces de ver el lado bueno de nada y tienen pocos momentos de alegría.

Las personas pesimistas, gruñonas o quejicas suelen tener un carácter triste y se preocupan mucho más por los problemas (que, además, ven en todas partes). ¿Qué efectos tiene ser el enano Gruñón?

«¿Qué me pasa, doctor? Todo lo malo, ¿verdad?»

La preocupación es un camino directo al estrés, y este es un factor muy negativo para la salud. Ver las cosas con el filtro gris puede llevar a la ansiedad y la depresión.

El efecto negativo es psicológico pero también tiene repercusiones físicas. Diversos estudios indican que ver el vaso siempre vacío eleva los niveles de hormonas de estrés. Estas están muy bien cuando hay que evitar un peligro puntual (esquivar una maceta, correr más que un león o enfrentarse a un grupo de ninjas), pero es malo como forma de vida. Tener siempre el organismo acelerado no es nada bueno.

Estas hormonas favorecen la aparición de hipertensión y ateroesclerosis. Se puede producir debilitamiento del sistema inmunológico, diabetes, obesidad y enfermedades del corazón y el aparato digestivo.

Fíjate qué curioso: de tanto pensar que algo puede ir mal, al final va mal.

¡Cambia esa cara!

Ser pesimista u optimista no es algo innato. Quizá no seas una persona optimista, pero si eres neutral, procura tirar por el lado luminoso de la vida. Y si eres pesimista, intenta, al menos, acercarte un poco a esa neutralidad. ¡Es por tu bien!

Si lo haces, no solo alejas un poco al fantasma de la mala salud, es que todo cambia a tu alrededor. La alegría y la risa cambian tu manera de ver el mundo. Es que es muy sencillo: ¿cómo prefieres acabar el día? ¿Con enfado, tristeza y amargura? ¿O con alivio, tranquilidad, pantuflas y un cacao calentito?

La risa tiene muchos beneficios que van más allá de pasar un buen rato. Cada vez que nos partimos de risa se genera un torrente hormonal en nuestro organismo y se estimulan los músculos. Estos son algunos efectos físicos:

Refuerza el sistema inmunológico. ¡Ríete tú de virus y bacterias!

Activa músculos perezosos. La risa nos obliga a mover músculos que normalmente están dormidos. ¡Cómo ir al gimnasio pero gratis!

Mejora el tránsito intestinal. Activar el diafragma y los músculos del abdomen facilita la digestión.

Oxigena el cuerpo. Riendo respiramos con más fuerza que si estamos en reposo quejándonos de todo. Ejercitamos los pulmones, captamos más oxígeno y le damos un meneo al sistema circulatorio. ¡Más aire para nuestras células!

En definitiva, merece la pena acercarse al lado simpático de la vida, porque esta es muy corta y es una lástima desperdiciarla en gruñir como un perro viejo. ¡Menos ladrar y más jugar!

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